Los estragos que provoca la desnutrición que se padece en
la primera infancia son los más lamentados por una sociedad, ya que en esta
etapa el mayor impacto lo sufre el cerebro. Éste es el órgano que más rápidamente
crece, pesa 35 gr al nacer (seis monedas de un peso), a los 14 meses 900 gr. (150 monedas de un peso) y en el adulto, su peso es de 1.200 gr. (200 monedas de un peso), durante
los dos primeros meses de vida crece a un ritmo de 2 mg. por minuto. En la
desnutrición, no sólo se detiene el crecimiento cerebral, sino que además se
presenta una atrofia del cerebro. La suerte del sistema nervioso central está
determinada en los primeros 14/18 meses de vida. Si durante este tiempo, el
niño no recibe una adecuada ingesta de nutrientes y estimulación adecuada, se
transformará en un débil mental.
Europa
sale de sus dos guerras absurdas, porque el intelecto estaba intacto, y
nosotros no podemos salir del atraso crónico y ridículo en el que estamos,
porque nuestro intelecto está dañado.
Habitualmente
nos quejamos cuando vemos a un chico desnutrido, y lo primero que hacemos es
compararlo con la madre, o el padre, o la abuela, que generalmente son gordos,
y opinamos, muy sueltos de cuerpo: “ellos comen bien, pero no le dan de comer a
sus hijos”. En realidad, nunca en la pobreza extrema se come bien. Cuando vemos
a alguien gordo, en estos ambientes por supuesto, habitualmente es un
hidrópico, un inflado por miga, harina, arroz, hidratos de carbono. Muy pocas veces
comen proteínas, tan necesarias para el desarrollo cerebral. Generalmente, este
adulto no ha terminado su educación
primaria, y mira pasar la vida como detrás de un vidrio, viendo como los
demás viven, con muy pocas posibilidades personales. Madres pobres y
desnutridas, dan a luz hijos desnutridos de menor peso y con menos neuronas en
su cerebro.
Los niños
tienen el problema agravado, ya que dependen de terceros para alimentarse, los
que generalmente no tienen ni los medios, ni la educación necesaria, para poder
llevar adelante con éxito esa crianza. A su vez, los requerimientos energéticos
de ellos, en su fundamental primer año de vida, son de tal magnitud, que cuando
se tiene acceso a una buena nutrición, duplican su peso de nacimiento en 5 a 6 meses,
y lo triplican en un año.
“Hay que hacer con la vida, como un arquero
que tiene un blanco”, decía Aristóteles; pues bien nuestro blanco debería ser
proteger el cerebro de los niños en el vientre materno, y en los primeros 18 meses de vida, ya que es en ese tiempo
cuando se sella la suerte del sistema nervioso central (SNC). La principal
riqueza de un país, es su capital humano, y si ese capital está dañado, el país
no tiene futuro. Luego la educación hará la diferencia. Solo con educación,
nuestra gente tendrá salidas laborales dignas. Vivimos aquí y ahora para hacer
grandes cosas juntos, y es necesario entender que para salir de esta grave
crisis, los gobiernos, junto con las ONG, y la comunidad toda, debemos
trabajar. Ninguno de estos tres actores individualmente podría.
La nutrición adecuada 1º y la educación, después, debería ser una definitiva política de
estado. El valor agregado de cualquier individuo, en este mundo competitivo y
globalizado, es sin duda la educación, pero antes será necesario entender que
es fundamental preservar el cerebro.
Los estragos que provoca la desnutrición que se padece en
la primera infancia son los más lamentados por una sociedad, ya que en esta
etapa el mayor impacto lo sufre el cerebro. Éste es el órgano que más rápidamente
crece, pesa 35 gr al nacer (seis monedas de un peso), a los 14 meses 900 gr. (150 monedas de un peso) y en el adulto, su peso es de 1.200 gr. (200 monedas de un peso), durante
los dos primeros meses de vida crece a un ritmo de 2 mg. por minuto. En la
desnutrición, no sólo se detiene el crecimiento cerebral, sino que además se
presenta una atrofia del cerebro. La suerte del sistema nervioso central está
determinada en los primeros 14/18 meses de vida. Si durante este tiempo, el
niño no recibe una adecuada ingesta de nutrientes y estimulación adecuada, se
transformará en un débil mental.
Europa
sale de sus dos guerras absurdas, porque el intelecto estaba intacto, y
nosotros no podemos salir del atraso crónico y ridículo en el que estamos,
porque nuestro intelecto está dañado.
Habitualmente
nos quejamos cuando vemos a un chico desnutrido, y lo primero que hacemos es
compararlo con la madre, o el padre, o la abuela, que generalmente son gordos,
y opinamos, muy sueltos de cuerpo: “ellos comen bien, pero no le dan de comer a
sus hijos”. En realidad, nunca en la pobreza extrema se come bien. Cuando vemos
a alguien gordo, en estos ambientes por supuesto, habitualmente es un
hidrópico, un inflado por miga, harina, arroz, hidratos de carbono. Muy pocas veces
comen proteínas, tan necesarias para el desarrollo cerebral. Generalmente, este
adulto no ha terminado su educación
primaria, y mira pasar la vida como detrás de un vidrio, viendo como los
demás viven, con muy pocas posibilidades personales. Madres pobres y
desnutridas, dan a luz hijos desnutridos de menor peso y con menos neuronas en
su cerebro.
Los niños
tienen el problema agravado, ya que dependen de terceros para alimentarse, los
que generalmente no tienen ni los medios, ni la educación necesaria, para poder
llevar adelante con éxito esa crianza. A su vez, los requerimientos energéticos
de ellos, en su fundamental primer año de vida, son de tal magnitud, que cuando
se tiene acceso a una buena nutrición, duplican su peso de nacimiento en 5 a 6 meses,
y lo triplican en un año.
“Hay que hacer con la vida, como un arquero
que tiene un blanco”, decía Aristóteles; pues bien nuestro blanco debería ser
proteger el cerebro de los niños en el vientre materno, y en los primeros 18 meses de vida, ya que es en ese tiempo
cuando se sella la suerte del sistema nervioso central (SNC). La principal
riqueza de un país, es su capital humano, y si ese capital está dañado, el país
no tiene futuro. Luego la educación hará la diferencia. Solo con educación,
nuestra gente tendrá salidas laborales dignas. Vivimos aquí y ahora para hacer
grandes cosas juntos, y es necesario entender que para salir de esta grave
crisis, los gobiernos, junto con las ONG, y la comunidad toda, debemos
trabajar. Ninguno de estos tres actores individualmente podría.
La nutrición adecuada 1º y la educación, después, debería ser una definitiva política de
estado. El valor agregado de cualquier individuo, en este mundo competitivo y
globalizado, es sin duda la educación, pero antes será necesario entender que
es fundamental preservar el cerebro.
Los estragos que provoca la desnutrición que se padece en
la primera infancia son los más lamentados por una sociedad, ya que en esta
etapa el mayor impacto lo sufre el cerebro. Éste es el órgano que más rápidamente
crece, pesa 35 gr al nacer (seis monedas de un peso), a los 14 meses 900 gr. (150 monedas de un peso) y en el adulto, su peso es de 1.200 gr. (200 monedas de un peso), durante
los dos primeros meses de vida crece a un ritmo de 2 mg. por minuto. En la
desnutrición, no sólo se detiene el crecimiento cerebral, sino que además se
presenta una atrofia del cerebro. La suerte del sistema nervioso central está
determinada en los primeros 14/18 meses de vida. Si durante este tiempo, el
niño no recibe una adecuada ingesta de nutrientes y estimulación adecuada, se
transformará en un débil mental.
Europa
sale de sus dos guerras absurdas, porque el intelecto estaba intacto, y
nosotros no podemos salir del atraso crónico y ridículo en el que estamos,
porque nuestro intelecto está dañado.
Habitualmente
nos quejamos cuando vemos a un chico desnutrido, y lo primero que hacemos es
compararlo con la madre, o el padre, o la abuela, que generalmente son gordos,
y opinamos, muy sueltos de cuerpo: “ellos comen bien, pero no le dan de comer a
sus hijos”. En realidad, nunca en la pobreza extrema se come bien. Cuando vemos
a alguien gordo, en estos ambientes por supuesto, habitualmente es un
hidrópico, un inflado por miga, harina, arroz, hidratos de carbono. Muy pocas veces
comen proteínas, tan necesarias para el desarrollo cerebral. Generalmente, este
adulto no ha terminado su educación
primaria, y mira pasar la vida como detrás de un vidrio, viendo como los
demás viven, con muy pocas posibilidades personales. Madres pobres y
desnutridas, dan a luz hijos desnutridos de menor peso y con menos neuronas en
su cerebro.
Los niños
tienen el problema agravado, ya que dependen de terceros para alimentarse, los
que generalmente no tienen ni los medios, ni la educación necesaria, para poder
llevar adelante con éxito esa crianza. A su vez, los requerimientos energéticos
de ellos, en su fundamental primer año de vida, son de tal magnitud, que cuando
se tiene acceso a una buena nutrición, duplican su peso de nacimiento en 5 a 6 meses,
y lo triplican en un año.
“Hay que hacer con la vida, como un arquero
que tiene un blanco”, decía Aristóteles; pues bien nuestro blanco debería ser
proteger el cerebro de los niños en el vientre materno, y en los primeros 18 meses de vida, ya que es en ese tiempo
cuando se sella la suerte del sistema nervioso central (SNC).